domingo, 24 de mayo de 2015

EL AGUA MILAGROSA DE FUENCALIENTE EN LA ISLA DE LA PALMA CANARIAS

FUENCALIENTE, MUNICIPIO DE LA ISLA DE LA PALMA (CANARIAS) Y SU AGUA MILAGROSA  ¿DEBE QUEDARSE EN FUENCALIENTE?

El agua de la Fuente Santa,  Fuente de Aguas Termales,  Fuente Caliente o  Fuente Milagrosa asentada en el municipio de Fuencaliente al que debe su nombre, ha curado enfermedades de la piel, reumatismo, sífilis, lepra… a enfermos procedentes de América y Europa, hasta que en el año 1.677 el volcán de San Antonio sus lavas la ocultó. Actualmente, después de varios avatares la Fuente Milagrosa, ha sido encontrada con sus aguas sulfurosas en el lugar donde hacia milagros, debido al empeño de los fuencalenteros con la colaboración del Cabildo Insular y del Gobierno de Canarias. 

Polémica:

Unos quieren llevarse el agua de la Fuente Caliente para spas, piscinas… asentadas en la isla de La Palma.

Otros, quieren que siga haciendo curaciones en el mismo lugar donde siempre ha producido.

¿Quién tiene la razón? Uno desea que el agua no salga del municipio que, la vio nacer y al que debe su nombre (Fuente Caliente-Fuencaliente) y tanta fama y bien hizo milagrosamente antaño a enfermos auaritas, (aborígenes palmeros), europeos y americanos. Además, no sólo es curativa por sus propiedades sulfurosas y temperatura, sino también por la fe depositada en el entorno de los pacientes curados.

Por lo expuesto, el agua de la Fuente Santa debe quedarse en su municipio, para que se siga produciendo milagros en nuestros cuerpos enfermos que, bastante falta nos hace “un milagrito” de vez en cuando, ante una sanidad canaria tocada del ala, bien por carencia de medios o por mala administración, porque la salud es el bien más preciado que existe, algo que vituperamos cuando la tenemos y glorificamos cuando la perdemos.

Por otra parte, solicitamos celeridad para ponerla a disposición de los habitantes y visitantes de la Isla, pues ya median muchos años desde su descubrimiento, sin poder dar uso y disfrute por engorrosos trámites burocráticos.

                                                                               Gumersindo Bienes Reyes                                                                                                                        

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